Se acercó un sapo que le veía muy triste .El sapo llevaba unas gafas mágicas.
Así que decidió regalarle sus gafas , ya que el azul de sus cristales, era mágico, porque le hacía feliz a la persona que las llevase.
Cuando el gato Pete se puso las gafas, la tristeza se esfumó.Pete se encontró a una ardilla triste.El gato le prestó las gafas y se puso feliz.
Y fueron compartiendo las gafas con una tortuga, un caimán...
Al final las gafas se rompieron porque el gato las llevaba cuando iba montado en un monopatín y se cayó.Así todos aprendieron que podían seguir siendo felices aunque no tuvieran las gafas.Tenían que buscar la felicidad en las cosas buenas que ocurren todos los días.
Sara Berengueras y Ainhoa Martínez, 3º B
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